Odontopediatría

Los pacientes más pequeños tienen un protagonismo especial en nuestra clínica. Es imprescindible poder instruir a los niños en cómo han de proceder con su higiene bucal diaria pero, ¿saben los papás cómo hacer para cuidar su dentadura hasta que tengan la edad suficiente para poder valerse por sí mismos?

Contrario a la creencia de que no se debe cepillar la boca si no hay dientes, se recomienda limpiar la boca de los bebés (las encías y la lengua) con una gasa enredada en el dedo y humedecida en agua o en suero fisiológico, después de cada comida. Esta acción, desconocida para muchos padres, debería llevarse a cabo como mínimo una vez al día, preferiblemente después de la última toma.

Cuando ya existen dientes en boca es necesario comenzar el cepillado dental. Nunca debemos dejar que un bebé se duerma sin lavarse los dientes pues ese alimento que queda en su boca fomentará la aparición de caries.

El primer diente de leche (normalmente, el incisivo central inferior) comienza su erupción aproximadamente sobre el sexto mes de vida del niño, y hay algunos signos que nos alertan de la aparición de esos primeros dientes, incluso antes de que se produzca la salida de los mismos: un aumento del babeo y en ocasiones un conjunto de situaciones que producen irritabilidad y cambios del estado de ánimo en el bebé. Aunque, como hemos comentado, el inicio de la erupción de los dientes de leche es a los seis meses de edad, no es hasta los dos años y medio o tres cuando en el niño terminan la erupción de sus 20 dientes de leche. No obstante, al igual que sucede con las tablas de crecimiento o de peso, cada ser humano tiene su propia individualidad, y con ello puede haber variabilidad en estas cifras.

Alrededor de los seis años de edad es cuando se produce la erupción de la primera muela definitiva, y lo hace en las zonas más posteriores del maxilar y de la mandíbula, justo detrás de la última muela de leche. Ese primer molar permanente erupciona sin que se caiga ningún diente de leche, por ese motivo en ocasiones es un hallazgo que pasa desapercibido para los padres y para los propios niños, pero es muy importante tenerlo en cuenta ya que se trata de una pieza dental vital que nos debe acompañar desde los 6 años de edad hasta el final de nuestros días.

Hasta los ocho años de edad, el cepillado dental exhaustivo ha de realizarlo cada día un adulto, ya que el niño no tiene destreza manual suficiente como para realizar un cepillado efectivo.

Existen pastas de dientes infantiles con sabores y olores agradables que motivarán a los niños a no descuidar su higiene oral; en los más pequeños, la cantidad de dentífrico no debe exceder el tamaño de un grano de arroz. En determinadas ocasiones, como complemento al cepillado, el odontólogo también le aconsejará el uso de seda dental y de un colutorio bucal infantil con flúor, siempre siendo un adulto el que supervisa su uso y cuidando que no se produzca la ingesta del colutorio por parte del niño, por eso está desaconsejado su uso en niños muy pequeños.

¡Cuidado con los malos hábitos!

Muchos niños tienen pequeñas manías que es necesario paliar en la medida de lo posible. Debe evitarse el uso prolongado del chupete (más allá de los 2 años de vida), o lo que es peor, la succión del pulgar u otros dedos, ya que pueden producir alteraciones en el crecimiento normal de los maxilares. Morderse las uñas también es considerado un hábito que puede llegar a ser muy perjudicial para nuestros pequeños y que incluso puede producir lesiones en los dientes. Pero también otros tics como tocarse los dientes, sacar la lengua al tragar saliva o alimentos (también denominada deglución atípica), rechinar los dientes o incluso morder cualquier objeto, son igualmente peligrosos. Nuestro hijo no puede ser capaz de comprender el daño que se puede hacer a sí mismo, por lo que nuestra atención es imprescindible para que vaya dejando de lado sus pequeñas manías.

Desde Clínica Zafra aconsejamos iniciar las visitas del niño con regularidad para que éste se familiarice con nuevas situaciones. Es muy importante que lo hagamos y que no traslademos nuestros miedos a nuestro hijo.

¡Atención a los traumatismos!

Son muy habituales las caídas o los golpes en los niños, lo que implica que en ocasiones sea necesario tener que restaurar el diente dañado, reimplantarlo, si se trata de un diente definitivo, o realizar una pulpotomía cuando el nervio del diente temporal se hubiese visto afectado después de un traumatismo.